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En el viejo mundo mesopotámico del año 8.000 A.C el hombre buscaba las respuestas mediante la observación celeste, y en su estado primitivo, estaba expuesto a fenómenos inexplicables como truenos, rayos, calor, eclipses, por ello, para todo lo que no le encontraba explicación, le daba nombre y le atribuía una línea de conducta, para sentirse menos...